La Selección de El Salvador enfrenta una cita decisiva en las eliminatorias rumbo al Mundial de 2026. Este jueves, la “Selecta” visita a Surinam, un rival que atraviesa un gran momento y sueña con clasificar por primera vez a una Copa del Mundo. Ambos conjuntos avanzaron a esta fase tras superar con solvencia la segunda ronda, pero sus caminos se han separado en el tramo más exigente del clasificatorio.
El conjunto surinamés, dirigido por Stanley Menzo, ha sorprendido a propios y extraños con un rendimiento sólido. Tomaron 10 de los 12 puntos posibles en la fase anterior y se han convertido en una selección difícil de vencer en el actual grupo A, donde acumulan tres empates y una victoria. Su punto más alto fue el triunfo 2-1 sobre El Salvador, resultado que los mantiene en la pelea por los primeros lugares. Con futbolistas como Gleofilo Vlijter, máximo goleador histórico del país, y el portero Etienne Vaessen, Surinam ha mostrado carácter y ambición en cada presentación.
Para El Salvador, las eliminatorias han sido una montaña rusa de emociones. Luego de avanzar a esta ronda con ocho puntos en cuatro partidos, los dirigidos por Hernán “Bolillo” Gómez comenzaron con esperanza tras vencer 1-0 a Guatemala, pero el impulso inicial se desvaneció rápidamente con tres derrotas consecutivas por la mínima diferencia. Esa serie negativa los ha dejado en el fondo de la tabla, a tres puntos de los líderes, y con la urgencia de sumar una victoria que mantenga viva la ilusión mundialista.
El estratega colombiano sabe que no hay margen de error. Se espera que Gómez apueste por una línea de cuatro defensores con Julio Sibrián y Ronald Rodríguez como centrales, respaldados por los laterales Jefferson Valladares y Adán Clímaco. En ataque, toda la esperanza recae en Brayan Gil, quien buscará ampliar su cuenta goleadora y liderar el resurgir ofensivo de la Selecta en un partido que podría definir su destino en las eliminatorias.
Un empate podría no ser suficiente, y una derrota significaría decir adiós a las aspiraciones de clasificación directa o de acceder al repechaje. La afición salvadoreña, fiel y apasionada, mantiene la fe en que el equipo recupere la garra que lo ha caracterizado históricamente. El Salvador no participa en una Copa del Mundo desde España 1982, y el sueño de volver al máximo escenario del fútbol sigue latente, aunque el camino ahora es más estrecho que nunca.
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